Anecdotario
Por: José Antonio Sánchez
Con tan solo un par de chanclitas de plástico y goma; era felíz. A decir verdad jamás creí necesitar algo más y con los amigos del barrio, los vecinos gritones y bullistas cada día era una nueva aventura por vivir. No era indispensable la ropa interior, los juguetes de plástico o de control remoto (jamás tuve uno) mucho menos pensé o anhelé tener una consola de juegos o una pista con autos hot wets.
Fui felíz empujando una rueda de bicicleta, jugando trompo, canicas y hasta jugando con la lata de una parte posterior de una estufa de gas; la cual agarrabamos como nuestra avalancha (juguete de nuestros tiempos que llevaba el freno en el mano derecha y tenía cuatro llantas), y trepando a lo más alto del cerro tan solo agarrados con nuestras manos, era padre sentir la adrenalina; mientras éramos arrojados cuesta abajo con la posibilidad de salir lesionados.
Mis hermanos y unos amigos (vecinos de casi las mismas condiciones nuestras “de escasos recursos”) solíamos buscar llantas de tractor o tanques vacios de combustible para introducirnos en ellos y ser empujados hacia abajo del cerro. Fue una época que si se volviera a repetir; para mí sería más que genial.
En el ánimo y necesidad de vivir la infancia de cualquier otro niño, la austeridad fue un sello casi irrompible para muchas otras cosas; fuimos privados muchas veces no solo de un derecho que nos corresponde en la niñez. Teniendo que trabajar a muy temprana edad para suplir gastos del hogar (que de haber tenido un padre responsable y atento no creo hubiera pasado) mientras en casa la familia seguía creciendo y mi papá (padrastro) en el alcoholismo no proveía cabalmente las necesidades del hogar.
A temprana edad fui padre, con tan solo 17 años y sin alguna orientación paterna o materna, el instinto me orillo buscar otras alternativas de vida, ya que en casa la familia (todos) trabajan un solo oficio “Panadería” cosas que también aprendí, pero no creí fuera prudente vivirlo como una herencia; y busque otras alternativas. A los 28 años fui padre por segunda ocasión y solo hasta después de eso empecé a ver que me hacía falta estudios para otros trabajos, en cualquier lugar me pedían como mínimo la secundaria o preparatoria.
Empecé a estudiar la primaria en el INEA a los 30 años, concluí la primaria (sin asistir nunca a clases por el trabajo y mis responsabilidades, solo presentaba exámen y mis aplicaciones), y a los 32 años me inscribí para la secundaria, cosa que también se me imposibilitó por el tiempo, y a la primer oportunidad presente un exámen general; acreditando con ocho punto ocho.
Varios años después me inscribí a la preparatoria semiescilarizada y solo fui por mis primeras materias… Quedando en el olvido las ganas de estudiar. Sin embargo con el tiempo empecé a trabajar de reportero en la televisora local de Palenque, Chiapas y ví que habia más formas de comunicación, como la escrita y sus variables. Así que busque trabajo en un periódico de circulación local en Comitán de Domínguez, Chiapas y tuve que aplicarme algunos cursos de información periodistica y empecé con el proyecto de “Voces de la selva” medio informativo que acaba de cumplir siete años en constante renovación.
Quiero tomarme cursos de edición en audio y video (la vanguardia actual) y si el Gran Arquitecto Del Universo me da licencia, estudiaré la preparatoria y una licenciatura en derecho que es lo que más motiva en estas alturas; pero antes llevaré un curso de redacción y ortografía porque creo que una buena ortografía es un sello distintivo para alguien que se dedica a la información.
Gracias por leer este anecdotario, nos leemos en nuestra próxima edición y si tiene alguna sugerencia o consejo será de gran ayuda.