“El día que vi llorar a mi madre porque no nos alcanzaba para pan, supe que si quería una vida distinta… tendría que coserla con mis propias manos.”

Nací en 1936 en Busdongo de Arbas (León) y fui criado en La Coruña (Galicia). Mi padre era empleado del ferrocarril, y mi madre limpiaba casas. Luchábamos por llegar a fin de mes.

Un momento clave que marcó mi infancia: «El día que vi llorar a mi madre porque no nos alcanzaba para pan, supe que si quería una vida distinta… tendría que coserla con mis propias manos».

Con solo 12 años, dejé la escuela y empeze a trabajar como repartidor en una camisería, donde aprendí los secretos del oficio. Cada noche volvía a casa con las manos llenas de hilo y la cabeza llena de ideas.

En los años 60, junto con mi primera esposa, Rosalía Mera, empezamos a confeccionar batas de baño y ropa íntima en casa. La vendíamos puerta a puerta, sin local ni marca. Los obstáculos fueron constantes, a veces pasábamos frío para no gastar en calefacción.

Una vez me robaron toda la mercancía en plena Navidad. Pero en vez de rendirme, fundé Zara en 1975, en una pequeña tienda en La Coruña. Aposté por algo que nadie hacía: moda accesible. Hoy Zara está en más de 90 países. Pero yo sigo igual: sin lujos… porque el respeto no se compra, se construye.

— Amancio Ortega