Por: José Antonio Sánchez

Hoy que no existe ningún plan de contingencia, el llamado DNI-3 actúa a ciegas, sin brújula y sin recursos ante cualquier desastre. Pero antes de entrarle al tema, recordemos algo básico: las lluvias no matan. Lo que mata es la incompetencia, el desmantelamiento institucional y esa costumbre de apagar incendios con discursos baratos y selfies rellenando los espacios de la red cibernética.

Basta mirar a Veracruz, Guerrero, Chiapas, Tabasco o la Ciudad de México, territorios donde el agua no sólo inunda calles, sino también la memoria de un país que un día tuvo un sistema técnico sólido, eficiente, que salvaba vidas y hoy, de ese sistema, solo queda el eco de los nombres de:

( 1) FONDEN, aquel fondo de reconstrucción y atención inmediata… ¿lo recuerdan o ya también lo “desaparecieron”? (2 ) FOPREDEN, encargado de prevenir desastres antes de que ocurrieran (3) FOMED, la liquidez para los primeros días de la emergencia (sí, hubo corrupción, pero al menos existía una respuesta) (4) FIPREDEN, que investigaba y mitigaba riesgos (5) FED, que coordinaba a los estados y la federación sin esperar órdenes por WhatsApp.

Y todo eso se reforzaba con la Ley General de Protección Civil, que obligaba a actuar, no a posar frente a una cámara, haciendo como que haces algo… En aquellos tiempos tenían un viejo dicho “lo que no puedes medir, no lo puedes controlar”, y ahora aquí te dicen que comen vidrios y defecan esferas, que les crea su abuela, porque las pruebas de su ineficiencia y valemadrismo están a la vista de todos.

Es bueno recordarles que los censos se hacían en campo, con las botas hundidas en lodo, no desde un enlace de Zoom con conexión inestable, queriendo hacerle creer a la gente que trabajan y se preocupan, cuando todos estamos viendo lo contrario. Antes, el ejército, la Marina, los municipios y Protección Civil eran un solo frente.
Hoy, solo quedan funcionarios que “coordinan” desde la comodidad del escritorio… y se limpian las manos con gel antibacterial después de los abrazos (cul3ros les llamamos en su tiempo)

Ahora los censos se hacen por teléfono, los reportes se improvisan en videollamadas y los mandos locales ni siquiera saben cuántos damnificados tienen. Literalmente, “dan palotazos a ciegas”… y con los ojos vendados por conveniencia, y como ejemplo del desastre administrativo, ahí está Claudia Sheinbaum, quien con la serenidad del cinismo declara:

“Estamos tratándolo en reuniones virtuales, ya después haremos el censo de los daños”, si, claro; pero los muertos no esperan el acta de Zoom. El gobierno ya no salva vidas, administra cadáveres, y las cifras escandalosas son la prueba de su incompetencia… disfrazada de empatía barata. México, alguna vez fue referente internacional en ingeniería hidráulica y gestión de riesgos, creó obras monumentales: el Túnel Emisor Oriente, los reforzamientos del Grijalva, los drenajes profundos de Tuxtla Gutiérrez, los sistemas pluviales del Papaloapan y la Chontalpa. Hoy, el cambio verdadero es el del manual técnico por el teleprompter y asunto arreglado. Hoy todo es promesas en conferencia de prensa, y lo que era prevención, hoy es austeridad republicana, para el pueblo… Ellos, los administradores, su familia, amigos y paleros, gozan de buenos dividendos, a partir de lo arrebatado con falsos espejitos de esperanza.

Hoy en la cuarta simulación se vive un reality show de funcionarios haciendo como que trabajan, y es que sus obras y gestiones lo dicen todo: carreteras recién inauguradas partidas a la mitad, hospitales que flotan, ríos que huelen a drenaje y comunidades enteras abandonadas, mientras siguen en su papel de tíos Lolo: haciéndose los tontos… y cobrando por ello, sin un solo reclamo porque aquí encaja el adagio: “Perro con hueso no ladra, ni muerde”.

Esta vez el populismo sustituyó la ciencia por el fanatismo, el método por la consigna y la estrategia por el eslogan político y las consecuencias son totalmente medibles: muertos, pérdidas, devastación, en síntesis México no se ahoga por las lluvias.
Se ahoga por la soberbia, por el desmantelamiento técnico, y por un gobierno que destruye lo que no entiende.
Y como dicen los manuales que ya nadie lee: “Lo que no se mide, no se controla. Lo que no se controla, se destruye.” y eso, precisamente, es lo que están haciendo hoy con México, destruyendo poco a poco lo que queda de el.