El día que la justicia en Michoacán perdió la vergüenza
Hoy el Supremo Tribunal de Justicia del Estado de Michoacán volvió a escribir una de las páginas más vergonzosas de su historia reciente.
Lo que debió ser un acto solemne, digno y respetuoso para quien ha servido por más de tres décadas al Poder Judicial, se convirtió en una escena humillante e impropia de una institución que presume defender la ley.
El juez Alejandro Moreno Villanueva, con más de 30 años de carrera judicial intachable, fue víctima de una injusticia administrativa que debería avergonzar a todo el Tribunal.
De ser un acto protocolario de entrega, se transformó en una ejecución disfrazada de formalidad, con el sello de la improvisación, la arbitrariedad y la falta total de respeto.
A las nueve de la mañana, sin previo aviso, sin notificación formal ni cortesía institucional, el contralor del Poder Judicial irrumpió en el juzgado acompañado de la nueva titular, para entregar un simple oficio, como si estuvieran en una diligencia menor. No hubo solemnidad, ni presencia del presidente, ni palabra alguna de reconocimiento a una trayectoria de más de tres décadas.
El acto no solo fue bochornoso, fue una violación abierta a toda práctica judicial.
Y para colmo, el cambio se gestó la noche anterior, en una sesión ordinaria exprés del Comité de Administración, celebrada sin transparencia, sin respeto al debido proceso y, lo más grave, violando el curso de un amparo que aún estaba bajo revisión.
La ilegalidad fue tan evidente que el acto debería ser motivo de sanción, no de aplauso institucional.
Y mientras todo esto ocurría, el presidente del Supremo Tribunal no dio la cara.
Ni él, ni ninguno de los miembros del Comité de Administración que aprobaron esta arbitrariedad, tuvieron la decencia de presentarse.
Prefirieron esconderse tras acuerdos nocturnos, dejando que la humillación se ejecutara por terceros.
Así, la cobardía se impuso sobre la institucionalidad.
Lo ocurrido con el juez Alejandro Moreno Villanueva no es un caso aislado, es el reflejo de un poder judicial que ha perdido el rumbo, la sensibilidad y la dignidad.
Si a un juez con más de treinta años de servicio, con una carrera limpia y reconocida, se le puede tratar con ese nivel de desprecio, ¿qué pueden esperar los demás servidores judiciales?
Hoy, lo que se vio en Michoacán fue la degradación del respeto interno en el Poder Judicial.
El derecho fue sustituido por la soberbia.
La ley por la conveniencia.
Y la justicia por el miedo.
La toga, que debería simbolizar honor, fue arrastrada por el suelo de la ignominia.
Porque lo que ocurrió esta mañana no fue una transición institucional: fue una traición a la dignidad judicial.
Y mientras los responsables guardan silencio, la justicia se desangra en su propio recinto.
⸻
Francotirador Judicial
Hoy el tiro fue directo al corazón del Poder Judicial.
La justicia cayó herida, y lo más grave es que el disparo vino de adentro.
Laborissmo seguirá informando…
