Cómo un hombre convenció al mundo de que salir en ropa interior era “PROGRESO”.

La historia de Louis Réard en 1946 no es sobre moda; es sobre control mental y ventas…

Antes de este momento, la lógica social era simple: la ropa íntima se queda en la intimidad. Pero Réard, con una visión comercial agresiva, se propuso un objetivo que parecía imposible: crear un traje más pequeño que el más reducido existente y exponer el ombligo femenino al público.

¿CÓMO LO LOGRÓ? No cambió la moralidad, cambió el contexto.

Tomó las mismas dimensiones de la lencería, le cambió la tela y le puso un nombre exótico. De repente, lo que era vulgar en la calle, se convirtió en “chic” en la arena.

La sociedad se resistió al principio, porque el instinto decía “ESO ES DESNUDEZ”, pero la ingeniería social —impulsada luego por celebridades como Bardot— venció al pudor.

Esto nos enseña una lección brutal sobre la sociedad moderna: La gente no tiene valores firmes, tiene modas impuestas.
Si el marketing dice que caminar semidesnuda es “empoderamiento”, las masas aplauden. Si dice que es “vulgar”, las masas critican.

Louis Réard no liberó a la mujer; simplemente descubrió que si empaquetas bien la indecencia, puedes venderla como libertad y hacerte millonario.

Si basta con cambiarle el nombre a la ropa interior para que sea aceptable en público, ¿qué otras mentiras te has creído solo porque están de moda?

¿El ser más influenciable es la Mujer?
¿Qué opinan ustedes?

#Laborissmo