La familia (del latín familia) es un grupo de personas formado por individuos unidos, primordialmente, por relaciones de filiación o de pareja.
Lo que empezó como un proyecto de unión, cohesión y unidad ha sido supeditado por juicios, enfrentamientos, condenas y “desgracias” en un grupo que por lazos religiosos, biológicos y legales están empalmados. De arranque, la familia es una asociación social mayor que busca la satisfacción de sus integrantes en todos los elementos. Esta procedencia de coronar sus “complacencias” es caduca, obsoleta y retrógrada.
Tuve la oportunidad de conocer un caso muy delicado y a la vez patético que sufrió un allegado mío en el que fue despojado de sus “arraigos“ éticos y morales por parte de su familia ascendente. Es de llamar la atención que de ser un grupo de personas que priorizan el bienestar entre ellos, declaran transversalmente un discurso dispar al que ejecutan en su “clan”.
Es una tribulación que se derriba por sus mismas poses laxas y débiles. Exponen, manifiestan y proclaman el amor doméstico., de tal suerte que descuidan el exterior… Esto no es más que un discurso desgastado por no “apoyar”, la autosuficiencia de un hombre ávido de probidad y honradez. Esconden los motivos y sentimientos del porqué “apartaron” a mi allegado.
La piedra angular de esto es el engendramiento para sus descendientes, quienes se desarrollan a temprana edad, con un arquetipo de propósitos inútiles y tóxicos para su desarrollo en la sociedad . El cinismo y la mojigatería triunfan sobre la honorabilidad, rectitud y dignidad de un hombre atacado con base a favoritismos e inclinaciones “piadosas” de esta facción familiar. Ignoran el perjuicio que elaboran a sus “seres queridos “. Ojalá y una mañana despierte con motivos a escribir en pro de la familia y su ecuanimidad.
Laborissmo seguirá informando…
Carlos Vilchis