José María Morelos y Pavón (Valladolid [hoy Morelia], 30 de septiembre de 1765 – Ecatepec, 22 de diciembre de 1815) ―llamado Siervo de la Nación― fue un sacerdote, militar insurgente y patriota mexicano, que organizó y fue el artífice de la segunda etapa (1811-1815) de la guerra de independencia mexicana.
Nació en la antigua villa mexicana de Valladolid (hoy llamada Morelia en su honor) y estudió durante los primeros años de su vida con su abuelo materno. Estudió la carrera de sacerdote en el Colegio de San Nicolás y en 1789 entró al seminario de Valladolid, donde se graduó en 1795. En 1799 fue nombrado cura de Carácuaro, donde permaneció hasta 1810.
Fue comisionado por Miguel Hidalgo, el 20 de octubre de 1810 en Charo (Michoacán), como jefe insurgente en el sur de México, encargado de tomar ranchos y ciudades importantes, así como la comunicación con los puertos de Asia. Su principal encomienda fue ocupar el puerto de Acapulco, considerado estratégico para la comunicación de la Nueva España.
Desde 1811 y hasta el inicio de su declive militar en 1814, Morelos, ayudado por muchos lugartenientes, logró conquistar la mayor parte del sur del país y una parte del centro, en la región del actual estado de Morelos, donde se desarrolló, entre el 9 de febrero y el 2 de mayo de 1812, su acción militar más famosa, el Sitio de Cuautla, en la ciudad homónima, que lo convirtió en el principal enemigo del ejército realista.
También organizó el Congreso de Anáhuac, el primer cuerpo legislativo de la historia mexicana, cuyas sesiones tuvieron lugar en Chilpancingo (actual Estado de Guerrero) durante septiembre y noviembre de 1813. Allí Morelos presentó los Sentimientos de la Nación. El Congreso aprobó el 22 de octubre de 1814, en Apatzingán, la primera Constitución de México, aunque Morelos después declaró que «es mala por impracticable».
Tras varias derrotas, fue capturado el 5 de noviembre de 1815 en Temalaca, por el coronel Manuel de la Concha, juzgado por la Inquisición y finalmente fusilado en San Cristóbal Ecatepec, el 22 de diciembre de 1815.
El historiador José Herrera Peña, resaltó en su aniversario de vida, la cumbre de los ideales del Siervo de la Nación, en contraste con las dificultades y carencias que enfrentó a lo largo de sus 55 años de vida; pese a ser uno de los personajes más sobresalientes durante la lucha independentista, Morelos nunca dividió a los individuos ni a los grupos, tampoco los enfrentó entre sí para él ser más fuerte, sino que fortaleció a todos y los unió alrededor de una causa común: libertad, igualdad y fraternidad.
Sugirió Herrera Peña, que sería útil examinar las tesis de Morelos para reincorporar con prudencia los valores éticos a la política actual, la idea de que el fuerte no está para atropellar al débil, sino para ampararlo, protegerlo y levantarlo.
Analizar en las aulas considerando los dolorosos embates que ha padecido desde el inicio de cursos la Universidad Michoacana, vale la pena hacer hincapié en la faceta académica de José María Morelos, quien se vio en la necesidad de trabajar en el campo desde los 10 años de edad para mantener a su madre y hermana, al tiempo que ahorraba para financiarse sus estudios, que inició a los 25 años de edad en el Colegio de San Nicolás, no como becario, ni como futuro seminarista, sino como estudiante externo.
Al detallar el intachable ejemplo que recibió de sus padres, resaltó que Morelos se desempeñó dentro de su época de estudiante, que duró 7 años, para egresar como el mejor alumno de su generación, se desempeñó siempre con responsabilidad, realizó un gran esfuerzo para aprender latín, griego y hebreo, que eran los idiomas que se enseñaban en la época.
Sus calificaciones siempre fueron sobresalientes entre sus compañeros y así se ganó el respeto del rector del Colegio, Miguel Hidalgo y Costilla, para ser acreedor a reconocimientos por parte de sus profesores.
Eligió la Filosofía para graduarse, lo cual le llevó a imprimir posteriormente en su documento Sentimientos de la Nación, el humanismo, la fraternidad y el priorizar la educación del pueblo como un derecho universal para todos los seres humanos.
En México, a pesar de que no estamos en guerra, se tiene la percepción de que se vive una gran inseguridad, Morelos aprendió en el Colegio de San Nicolás Obispo, que la primera obligación del Estado es garantizar la seguridad de la población, principio que procuró en el esplendor de su vida, para garantizar la paz como libertador de la Patria en sus dominios, pese a que él sí estaba en guerra.
Es necesario que se abran los ámbitos académicos para que se dialogue, no cerremos puertas ni levantemos muros, pensemos en puentes que nos unan. A quien le interese formar parte de la Universidad Michoacana, permita que ésta se abra, no se cierre, que se abra al mundo de las ideas, la investigación científica y la cultura, aseveró el historiador José Herrera Peña.
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