Continuando con este Viaje hacia el pasado –que nos permitirá comprender nuestro presente (en palabras del Maestro Antonio Velasco Piña, autor de la obra que da origen a estas humildes reflexiones)-, resulta imperioso mencionar como Auténtica Mexicana, también a otro Ser Excepcional, que vivió en el tiempo de Tlacaélel, representando un importante papel en la construcción de nuestra Nación.
Conocida como la Mujer Guerrera Azteca.
Representa ella, todo lo existente en nuestras Mujeres Mexicanas:
Combativa, leal, valiente, abnegada, decidida.
Compañera espiritual de Tlacaélel, a quien siempre amó. No obstante, ello, siempre antepuso sobre este sentimiento, el bienestar de su creciente Nación.
Gracias a ella, se logró que el pueblo tenochca no permaneciera bajo el dominio de los Tecpanecas, cuando estaban siendo objeto del más cruel vasallaje.
Fue motor de cambio y transformación para que se hicieran realidad las grandes reformas económicas, culturales, bélicas y del sistema educativo, las cuales llevarían a nuestra Nación a ser la más hegemónica de su tiempo.
Siempre alentó a las mujeres a que apoyaran a sus maridos.
Como el momento en el que las organizó para un ataque de su pueblo contra los Tecpanecas, y defender los lagos que rodeaban la ciudad. Actitud que infundió confianza en los hombres del pueblo y comenzaron a prepararse para atacar.
Siempre consciente de su amor imposible hacia Tlacaélel, quien por el rango que representaba no podía sostener una relación con ella, quien, no obstante, nunca haber sido Tlatoani (Máximo dirigente del pueblo tenochca), siempre fue el poder tras el trono.
Sin embargo, ese mutuo amor les acompañaría por siempre.
Dedicó su vida a enseñar oficios a otras mujeres, que anteriormente sólo realizaban los hombres, para poder ser autosuficientes, sin esperar que aquellos que se encontraban en batalla, se distrajeran de su labor de engrandecer al imperio.
Mujer de grandes sentimientos, quien adoptó a un niño después de la primera batalla librada contra los Tecpanecas, nacido al fragor del combate, criándolo como si fuera su hijo de sangre.
Los valores que le inculcó a este pequeño, fueron tan significativos que se convirtió en uno de los más grandes Guerreros Jaguares de su tiempo.
Mujer capaz de los más grandes sacrificios, como el momento en el que se ve precisada, ante la incomprensión de muchas personas, a contraer nupcias con un importante comerciante que no respetaba al gobierno y lo injuriaba. A fin de sofocar una rebelión que se estaba entretejiendo por parte de este personaje -a quien desposó Citlalmina-, como líder del grupo social, inconforme con que se le marginara del poder político, por sustentar su capacidad solamente en lo material.
Malestar social que tenía su origen en que, uno de los grandes logros de este Gobierno cimentado por dos Grandes Auténticos Mexicanos: Tlacaélel y Citlalmina, entre otros muchos Auténticos Mexicanos de quienes más adelante haremos mención-, lo fue el que ocupasen cargos públicos, únicamente aquellas personas que mostraran dos cualidades fundamentales, valor y espiritualidad, que se obtenían perteneciendo a los Caballeros Jaguares y después a los Caballeros Águila, en grado ascendente.
Este osado acto de Citlalmina, por sofocar la rebelión, le cuesta la vida, a manos de su propio esposo. Habiendo sido Tlacaélel, el único que tuvo conocimiento de las intenciones de Citlalmina, a lo que se oponía, y quien sintió su muerte a la distancia.
Fue el hijo adoptivo de Citlalmina, quien en una de las habitaciones encontró el cuerpo de su madre, dándose cuenta que no parecía estar muerta, sino en un profundo sueño.
Y ante la admiración de toda la gente, se le rindieron honores dignos de una Tlatoani, cubriéndose toda la ciudad de flores en su honor.
Esta gran Mujer, aun hoy día tiene un enorme peso sobre nuestra Nación, ya que es quien infunde ese sentimiento solidario al pueblo de MÉ-XI-CO, palpable en los movimientos telúricos vividos por nuestro País a lo largo de los años, como el más terrible de todos, el ocurrido en el año 1985 y recientemente, el sufrido recientemente, en el pasado año 2017.
Aspecto último mencionado, que el lector no será capaz de comprender, sino parte de una concepción circular y no horizontal de la existencia.
En este orden de idas, podrá comprenderse que Citlalmina representó la otra parte de Tlacaélel, por ello, la gran unión que existía entre estas dos almas.
A ciencia cierta, incluso, no puede tenerse claro cuál de los dos fue quien aportó los elementos más importantes para la transformación de nuestra Nación.
Si se tiene en cuenta que, la labor realizada por cada uno de ellos, fue fundamental en la construcción del imperio Tenochca, también conocido como mexica.
Por ello, es que esta Gran Mujer, constituye, sin lugar a dudas, una Auténtica Mexicana, digna de tal reconocimiento en consonancia eterna. Y no es causalidad tampoco, sino causalidad, que le recordemos precisamente en este mes de marzo de 2018.
Israel Ascencio Cadenas
Comisario: “Política y Sociedad”
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