Si deseamos auténticamente generar una transformación de nuestro País, ineludiblemente, debemos comprender cuál es la razón por la cual, no obstante que durante siglos y siglos se ha intentado acabar con él, por un sinfín de personas ambiciosas de poder y de riqueza, nuestro País sigue presente para cada uno de nosotros.
Llegar a esta comprensión, hace indispensable tener en cuenta que, para que esto fuera posible, a lo largo de la historia han existido Auténticos Mexicanos, que han fungido como “guardianes” de nuestro legado histórico, procurando en todo momento preservar el mismo.
Debiendo quedarnos, más claro que nunca, que todo el acontecer histórico vivido a lo largo de los años, desde el surgimiento mismo de la antigua “Tenochtitlán” hasta nuestros días, ha tenido y sigue teniendo un gran sentido y propósito dentro de la cosmovisión que rodea todo este proceso de transiciones y sincretismos en torno al cual se viene desarrollando.
No podría comprenderse en su justa dimensión lo aquí explicado, sino partiéramos de una gran interrogante y realidad histórica: ¿cómo es que, a lo largo de los siglos, tanto el nombre de nuestro País, como el símbolo del mismo, han podido permanecer intocados?
Porque, si analizamos, tanto el nombre de ME-XI-CO, como la propia serpiente –emplumada-, siendo devorada por la serpiente, son los dos grandes emblemas que representan a nuestro País y nos dan sentido y pertenencia como Nación Mexicana.
Comprender esto, implica expandir nuestra mente más allá de una comprensión lineal de los hechos, hacia una circular, en donde entendamos que llegar a este punto, ha implicado días de esplendor y de transformación en nuestro País, precedidos por actos históricos, que han permitido a nuestra Nación seguir existiendo imperecederamente.
El nombre de nuestro País, no fue producto de una decisión espontánea, sino deliberada, ya que, su origen radica en el sonido mismo de las palabras que generan en el corazón de todos nosotros como mexicanos, un sentimiento muy particular sonido que siempre que necesitamos encontrar fortaleza en nuestro interior, invocamos con singular alegría y orgullo: MÉ-XI-CO.
Y en consonancia con lo anterior, tenemos también la simbología que existe dentro de nuestra Enseña Nacional, que en días recientes conmemoramos, -Día de la Bandera- la que tiene un significado muy especial, si comprendemos, viendo más allá de un simple acto terrenal, y trascendiendo la comprensión de este simbolismo, a interpretarlo como el dominio de lo espiritual sobre lo material.
El poder percibir el alcance de este símbolo que vemos todos los días y nos llena de orgullo y satisfacción como mexicanos, nos llevará a concluir, que lo que hasta ahora hemos considerado como un acto de “Conquista”, realmente no representó tal, sino, un sometimiento voluntario que como Nación hicimos, para, a través de la fusión de dos culturas, expandir la nuestra, y preservar el gran Valor que como Nación tenemos. Lo que nos permitirá dejar de albergar en nuestro sentir, el de ser una Nación derrotada, como muchos erróneamente y a lo largo de centurias hemos creído.
Mezcla que se ha enriquecido, ya que, no obstante haber adoptado costumbres y creencias, provenientes del otro lado del océano, y específicamente venidas de lo que llamamos el Viejo Continente, -tan así es, que hablamos el idioma español- nuestra cultura y tradiciones, a través de la gastronomía, los bailes e incluso la lengua misma que se sigue hablando en las comunidades, seguimos conservando nuestras raíces históricas.
Asimilar lo anterior, requiere comprender el enorme sacrificio que muchos Auténticos Mexicanos han venido desarrollando a lo largo de los años, en aras de proteger nuestro patrimonio histórico y cultural, que sorprendentemente, no tiene un valor material, sino espiritual.
Causa por la cual nadie podrá nunca lograr despojarnos de nuestra identidad, por mucho que se esfuercen en intentarlo.
Hace muchos años Auténticos Mexicanos, se hicieron cargo de impedirlo, y de mantener con vida a quienes siguieran cumpliendo esta misión cosmogónica.
Por ello, es que ahora nuestro País, nos demanda ese deber histórico de ser Auténticos Mexicanos, que vayamos al rescate de nuestra identidad nacional, como a lo largo de los años, muchos otros grandes hombres ilustres han representado ese papel.
Indudablemente, esta es una labor que muchos desdeñarán, pero otros, conscientes de la gran importancia de nuestro papel en la conformación de nuestro devenir histórico, acudiremos puntualmente a la cita.
Debiendo ser conscientes que nuestra mejor arma no es la lengua, sino nuestros actos y el ser conscientes de la responsabilidad que debemos sentir en lo más profundo de nuestro ser, por cumplir con el papel que hemos sido llamados a representar.
No obstante, como en cualquier actuación, no es posible actuar, sin tener claro en nuestra mente, el guión que ocupamos dentro del libreto.
Israel Ascencio Cadenas
Comisario Foro: “Política y Sociedad”
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