En México, el 10 de Mayo de 1922, se declaró como día especial para celebrar a las Madres. A partir de esta fecha todos los días 10 de Mayo, sin importar que día de la semana sea, se celebra el día de la madre.
Esta tradición se ha convertido en México en uno de los días de fiesta más celebrados, donde se reúnen las familias Mexicanas a festejar a sus Madres.
El día de las Madres es quizás la fiesta Mexicana másimportante para degustar los platillos y guisos típicos de la comida Mexicana.
Si bien en tiempos modernos se suele pensar que el Día de la Madre no es más que una estrategia de mercadotecnia que emplean las empresas para vender sus productos u ofrecer servicios, los orígenes de la festividad se remontan a la Grecia antigua.
El Día de las Madres se celebraba en honor de Rhea, conocida como ‘la madre de los dioses’. Durante el siglo XIX hubo algunas propuestas para dedicar un día a homenajear a las madres, pero no fue sino hasta 1907 cuando Ana Jarvis, nacida en Filadelfia, Estados Unidos, se reunió con un grupo de amigos y les planteó el reto de trabajar para que se estableciera una fecha para esta celebración.
A partir de ese momento comenzó una campaña para hacer que las autoridades accedieran a tal petición. Pronto se unieron amigos, vecinos y conocidos, quienes a través de folletos y textos en periódicos locales propagaron la idea en su comunidad.
En 1908 se celebró la primera ceremonia no oficial para conmemorar a las madres en una iglesia metodista de Grafton, Virginia. El evento tuvo lugar el 10 de mayo del citado año y acudieron 407 mamás acompañadas de sus familias. En la ceremonia, Ana Jarvis regaló a cada madre presente un clavel, la flor favorita de su propia madre, quien había fallecido pocos años antes; desde entonces el clavel es representativo de este día.
A pesar de aquel evento, las autoridades no mostraron entusiasmo para que el Día de las Madres fuera una celebración oficial. La Cámara de Representantes de Estados Unidos aprobó la iniciativa casi al instante, pero el Senado archivó la resolución y no concluyó el trámite.
Ana Jarvis y sus colaboradores recorrieron el país compartiendo su idea y contactando personas influyentes de manera personal o a través de correo. De tal forma, personas de todos los estratos sociales, de legisladores y gobernadores, protagonistas de medios de comunicación y hasta líderes religiosos, presionaron al Senado para que se aprobara la iniciativa.
El 10 de mayo de 1913 se emitió la resolución. Fue el presidente Woodrow Wilson quien, el 8 de mayo de 1914, decretó que el Día de las Madres se celebraría en Estados Unidos el segundo domingo de cada mayo. La idea pasó a Europa y casi 40 países en todo el mundo iniciaron las celebraciones. En algunos casos se designó un día específico para llevarla a cabo, como en México, donde el 10 de mayo está dedicado a este festejo.
En México, la celebración comenzó en 1922, según el investigador del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes de México.
Se escogió mayo por ser el mes consagrado a la Virgen y el 10 porque en aquella época en México se pagaba en las decenas, aunque otras fuentes sitúan el primer día de la madre mexicano en Oaxaca en 1913, cuando la esposa de un presbítero metodista encontróuna revista donde se comentaba el festejo y decidióretomar la idea.
México fue el primer país latinoamericano en sumarse a esta conmemoración y tal importancia adquirió la devoción a la madre que el 10 de mayo de 1949 se inauguró en la capital una gran escultura en honor a la madre.
En México se le da tanta importancia a este día que muchas oficinas de gobierno dan el día libre a las madres y a los hijos para que las festejen; en los colegios se realizan festivales.
Este 10 de mayo se cumplirán 50 días de cuarentena en México para reducir los contagios de coronavirus. Por ello, la celebración de las madres será muy diferente a lo habitual: no habrá reuniones familiares presenciales, ni festivales escolares.
Sin embargo, esta fecha bajo estas circunstancias nos ofrece una gran oportunidad para analizar las brechas de género que el confinamiento ha enfatizado, como plantea Fernanda Avendaño. A raíz de esto, ¿qué necesitan las madres para estar mejor?
Quedarse en casa es un riesgo para muchas mujeres y niños víctimas de violencia, más en una época de tensión donde la salud y el ingreso peligran. En marzo de 2020, cuando inició la Jornada de Sana Distancia, el número de casos de violencia intrafamiliar se disparó a más de 20,000, la cifra más alta en los últimos cinco años, según datos Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública.
Esto en parte se debe a que el aislamiento social llegó a un país donde, en 2016, casi el 44% de las mujeres reportó haber sufrido violencia por parte de su pareja. Sin conciencia pública ni centros de justicia robustos, estos delitos seguirán, incluso después de la pandemia.
Según el INEGI, en 2017, las mexicanas trabajamos 1.2 veces más a la semana que los mexicanos. De este tiempo, las mujeres dedicamos el 64% a tareas domésticas y de cuidado, mientras que los hombres solo el 24%. Aunque no hay cifras a 2020, se podría esperar que estas diferencias sean mayores durante la pandemia donde las mujeres, además de nuestras obligaciones diarias, debemos apoyar a los hijos con los programas de educación a distancia que manda la Secretaría de Educación Pública.
El estrés y agotamiento que esto genera debería sensibilizar a la sociedad sobre este tipo de patrones culturales y detonar iniciativas, como licencias de paternidad, que ayudarían a repartir mejor la carga dentro de los hogares.
Un reciente estudio del Centro de Estudios Espinosa Yglesias muestra que trabajar desde casa es un lujo que máximo el 23% de los mexicanos ocupados puede darse. Esta modalidad laboral favorece en mayor proporción a los hombres más afluentes. Tres de cada 10 hombres están ocupados en trabajos que pueden realizarse vía remota, mientras que sólo dos de cada 10 mujeres tienen esta posibilidad.
Las diferencias entre sexos dejan de ser relevantes conforme cae el ingreso. En parte, esta tendencia se podría explicar porque la mayoría de las mujeres optan por empleos de baja productividad, como labores domésticas o comercio, que son más compatibles con las exigencias del hogar. Por ello, sin apoyos para los trabajadores no esenciales quedarse en casa es inalcanzable, y el costo será mayor para las mujeres por el tipo de empleos a los que acceden.
La penalidad por maternidad y la falta de empleos flexibles impiden que el personal femenino consiga mejores condiciones laborales. En el último trimestre de 2019, las mujeres tuvieron un ingreso promedio por hora un 2% menor que los hombres. No obstante, al separar por ocupación se observan diferencias considerables. Por ejemplo, las empleadas del sector privado, público y social, así como las trabajadoras industriales registraron diferencias superiores al 21%.
Más aún, la tasa de ocupación en el sector informal fue un 10% superior para las mujeres que para los hombres, lo que implica que muchas mujeres carecen de prestaciones y seguridad social. Si bien toda la población se beneficiaría de un mercado laboral más formal y mejor remunerado, para que las mujeres puedan alcanzar empleos de mayor calidad es necesario identificar y eliminar las barreras que les impiden llegar a ellos.
El COVID-19 no solo impone enormes retos sanitarios y económicos, sino también enfatiza la desigualdad que viven las mujeres. Por ello, es fundamental que las autoridades diseñen políticas públicas que eleven la calidad de vida de las mujeres, además de construir instituciones sólidas que las implementen.
Laborissmo seguirá informando…