Regresaremos un poco –como ya lo habíamos anunciado en artículos anteriores- para hacer nuevas reflexiones sobre este sobresaliente logro.
Producto de manos de Auténticos Mexicanos y particularmente de quien ya referimos: Tecpátl.
Hemos señalado que también era conocido como la Piedra del Sol.
Consistente en un disco monolítico monumental de piedra de basalto, que contiene inscripciones alusivas a la cosmogonía mexica y a los cultos solares.
Debiendo señalar también que fue descubierto el 17 de diciembre de 1790, según datos recopilados por Fray Diego Durán, en su “Historia de la Indias” de Nueva España, Obra dentro de la cual narra que el Calendario Azteca, -que es como comúnmente se le conoce-, se forjó, 42 años antes de la caída de Tenochtitlán.
Y fue descubierto físicamente durante los trabajos de nivelación que se realizaban a la Plaza Mayor del Centro Histórico.
Hace más de 222 años, es que fue encontrado este disco de basalto.
Se considera una de las piezas más representativas de la Antigua Civilización Azteca, con dimensiones de 3.60 metros de diámetro y 122 centímetros de grosor, con un peso superior a las 24 toneladas.
Dentro de este monolito están descritos los movimientos de los astros y algunos ciclos en donde los meses duraban veinte días, los años dieciocho meses y los siglos 52 años, los cuales se renovaban.
La roca madre de la que fue extraído proviene del volcán Xitle, y pudo ser obtenida de San Ángel o Xochimilco.
El geólogo Ezequiel Ordoñez en 1893 determinó tal origen y la dictaminó como basalto de olivino. Probablemente fue arrastrada por miles de personas desde un máximo de 22 kilómetros hasta el centro de México-Tenochtitlán.
El monolito fue colocado a un costado de la torre poniente de la catedral Metropolitana el 2 de julio de 1791. Ahí la observaron, entre otros, Alexander von Humboldt, quien realizó diversos estudios sobre su iconografía.
Durante la Intervención estadounidense en México los soldados del Ejército de los Estados Unidos que ocuparon la plaza usaron la Piedra del Sol para tiro al blanco.
En 1964 fue trasladada al Museo Nacional de Antropología e Historia, donde preside la Sala Mexica de dicho museo y está inscrita en diversas monedas mexicanas.

Según algunos investigadores como Hermann Beyer y Alfonso Caso, en el centro del monolito se encuentra el rostro del dios solar Tonatiuh.
dentro del glifo “movimiento” (Ollin), con sus dos manos. Además, en cada mano, sus garras apresan un corazón humano, y su lengua está representada como un cuchillo de pedernal.
En el centro de la escultura se tienen dos garras de águila con un círculo abajo y otro arriba sumando cuatro, el cual es el 4-Ollin el cual identifica al Quinto Sol, de donde nacerá el hombre náhuatl que será dotado del maíz como alimento; esto último mencionado, se cuenta en “La leyenda de los Soles y en los Anales de Cuauhtitlán”.
Y existen muchos datos aún por precisar de este insigne monumento azteca.
Sin embargo, algo que no debe resultar difícil comprender para el lector, es el gran valor y orgullo de tenerlo para todo el pueblo Azteca, del cual somos parte, por cierto.
Siendo uno de los símbolos más emblemáticos de nuestro tiempo.
Podemos considerar por ello, que este monolito regía materialmente la vida de los mexicas, al comprender que, en base al mismo, nuestros antepasados, determinaban su forma de vida, como las fechas de cultivo, para hacer más próspera la cosecha y sus fechas más significativas; así como, todo lo que tuviese que ver con la forma de distribuir el tiempo y aprovecharlo al máximo posible.
Además, le conferían un sentido sagrado, al emplearlo en sus más importantes ceremonias, en donde este monolito siempre estaba presente.
Sería difícil enumerar detalle a detalle, todo lo que tiene que ver con este representativo símbolo de los mexicas.
Del que, por cierto, hasta el día de hoy existen muchos estudiosos que no han podido terminar de comprender todo lo que éste representa y el sinnúmero de combinaciones y empleos que pude haber tenido para la Antigua Civilización Azteca, continuando con el estudio del mismo, ante la gran intriga que les produce la capacidad contenida en el mismo y sabiduría con que fue confeccionado y el contenido difícil de descifrar.
Dentro de la Piedra del Sol, el viento y la lluvia están representados por imágenes de sus dioses asociados, Ehecatl y Tláloc (respectivamente).
Otras marcas en piedra mostraron el mundo actual y también los mundos antes de éste. Cada mundo se llamaba un sol, y cada sol tenía su propia especie de habitantes.
Los aztecas creían que estaban en el quinto sol y como todos los soles antes de ellos, también eventualmente perecerían debido a sus propias imperfecciones.

Cada cincuenta y dos años estaba marcado porque creían que cincuenta y dos años era un ciclo de vida y que al final de cualquier ciclo de vida dado, los dioses podían quitarles todo lo que tenían y destruir al mundo.
Los mexicanos, como todos las demás Culturas Antiguas Mesoamericanas, creían en la destrucción periódica y en la recreación del mundo.
La “Piedra del calendario” en el Museo Nacional de Antropología de la Ciudad de México representa en su panel central la fecha 4 Ollin (movimiento), en la que anticipaban que su mundo actual sería destruido por un terremoto y dentro de éste, están las fechas de los holocaustos anteriores: 4 Tigre, 4 Viento, 4 Lluvia y 4 Agua.
Siendo importante mencionar que lo que atribuimos a Tecpátl, fue la elaboración de este monolito en su diseño, más no el contenido de este mítico monumento azteca.
Y no menos importante es el dato histórico, que, según el arqueólogo Alfredo Chavero, autor de la conocida enciclopedia, México a través de los siglos, el nombre de Calendario Azteca se lo otorgó en 1790 por parte del astrónomo y antropólogo novohispano, Antonio de León y Gama, quien aseguraba que se trataba de un objeto calendárico.
Sin embargo, siglos y estudios después, los especialistas sustituyeron este nombre por el de Piedra del Sol, ya que, además de mostrar aspectos relacionados con la percepción del tiempo mexica, se trata de la narración mítica de la Leyenda de los Soles, en donde ocurre el nacimiento de Tonatiuh, el dios solar o Quinto Sol.
Quizá toda esta información, sirva al lector para comprender las sobradas razones que tenemos para sentirnos orgullosos de ser mexicanos y pertenecer a una cultura tan avanzada, que supo predecir el momento histórico que se avecinaba.
Y más, determinar, en aras de preservar el valor más importante de nuestra Nación, hacer el sacrificio mediante el cual, se logró, como ya se ha sostenido, Conquistar a los españoles, cediéndoles nuestros cuerpos a cambio de la trascendencia de nuestro espíritu como Nación, mediante la preservación del nombre MÉ-XI-CO, así como el símbolo que enarbola nuestro Escudo Nacional del Águila y la Serpiente, que fue devorada por ésta.
Como la representación más clara del predominio del espíritu sobre la materia.
Israel Ascencio Cadenas
Comisario Foro: “Política y Sociedad”

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