Nuevos signos de profundo deterioro han vuelto a llevar el Conservatorio de las Rosas a los medios y a las redes sociales.

El último incidente lo protagonizó el despido de una de las maestras más notables de la institución, Mercedes de León. Ella ha sido titular de las materias teóricas más importantes por los últimos 22 años. Muchas generaciones de estudiantes pasaron por sus clases. Era uno de los últimos garantes de calidad académica.

Su despido entra en la lógica de “limpiar” al Conservatorio de todos los maestros de tiempo completo. Van quedando sólo maestros y maestras pagados por horas, sin prestaciones de Ley, en una informalidad que dejará fuera a los mejores.

Su despido (según reconoce en una carta a padres de familia el Presidente del Consejo, contador Ricardo Casiano), fue derivado del hecho de que la maestra se resistió a aceptar un acto de coerción para que admitiera un cambio de relación de trabajo y por ende de condiciones de trabajo, contrarias a la legislación laboral.

Forma parte también de los despidos realizados cuando los maestros se encontraban a punto de proceder a pensionarse en términos de ley.

Hay en el proceso no sólo ingredientes cuestionables desde una perspectiva legal, sino profundamente objetables en su dimensión ética, que además convalida una absoluta falta de gratitud a quienes dieron sus mejores logros para el Conservatorio.

A este despido se suma una lista consistente que involucra a los mejores hacedores de la fama del Conservatorio, como Míriam Pérez Fleitas, Juan Alzate, Alfredo Valdez-Brito, Juan Sebastián Lach y varios otros músicos que dieron varias décadas de su vida laboral a construir la grandeza del Conservatorio.

El nivel superior del Conservatorio ha sido desmantelado, y muy pocos maestros quedan, capaces de sostener el brillante prestigio de la institución.

El nivel básico se encuentra por ello afectado por la falta de ideas creativas que definan un modelo académico congruente.

Laborissmo seguirá informando…