Hoy decido escribir nuevamente, ya ante la noticia que el pueblo ha decidido darle la oportunidad de gobernarnos a “las promesas y las buenas intenciones”.
No lo hago con gozo, ni celebrando lo ocurrido.
La verdad es que me preocupa seriamente el ver que nuestra Sociedad esté tan cegada para no darse cuenta de lo que ha hecho.
Hoy celebran, pero no se han percatado en qué situación han puesto al País.
Como siempre lo he dicho, espero estar equivocado, pero temo que no sea así.
Sin embargo, eso solo el tiempo lo dirá…
Por lo pronto estamos ante un panorama preocupante.
En el que tendremos al frente de nuestra Nación a una persona que no se ha distinguido precisamente por ser la más calificada, ni la de las ideas más claras.
Pero, así son las cosas, esa fue la decisión que se tomó por las mayorías.
Ahora esperamos que quienes se dicen “ganadores”, no vayan a “dormirse en sus laureles” y a pensar que sólo por el hecho de haber logrado que se hiciera su voluntad México cambiará como por “arte de Magia”.
Es indudable, que llegase éste o cualquiera otro de los candidatos, debíamos tener claro que el cambio no se operaría por sí solo.
Sin embargo, prefirió el pueblo elegir al menos capacitado para esta difícil tarea.
Es evidente que este resultado no llegó sólo.
Bastó tan sólo que quien ahora triunfó en la contienda electoral, nuestro flamante presidente electo, “cosechara las carretadas de inconformidades, odios, rencores y hartazgo social”, ofreciendo a cambio, “promesas y buenas intenciones”, para que la gente se le entregara sin cuestionar absolutamente nada.
Pero ahora la situación se torna seria:
Llegó el momento de despertar del “sueño de la victoria” y ponernos a trabajar realmente para que ese anhelado cambio se haga realidad.
Deseo sinceramente que logren “ajustar los números”, y que todos aquellos que esperan verse “beneficiados”, terminen por serlo. Pero más deseo que esto sea sin menoscabo de los derechos de quienes también nos esforzamos por una vida mejor.
También es mi deseo que no seamos “convertidos en una Venezuela”, siendo objeto de intereses extranjeros de mayor prioridad que los propios de nosotros como mexicanos, porque de haber existido estas redes y apoyos ocultos, indudablemente que querrán cobrar su factura.
Y que auténticamente exista un Gabinete Presidencial capaz de cambiar como tanto se ha anunciado la Historia de nuestro País en esa presumida Cuarta Transformación.
Pero, sobre todo, espero y deseo que no llegue nunca el arrepentimiento por la decisión tomada el día de hoy.
Que esta elección que hoy tomó el pueblo de México, sea realmente un motor que impulse a todos nosotros como mexicanos a un mejor nivel de vida.
Porque de no ser así, entonces tendremos que realizar algo que nadie desearíamos que fuese necesario:
El recuento de los daños.
Que nos puede llevar a la conclusión de haber caído en una “trampa más grande”, en la que terminemos por descubrir que estamos ante el mismo PRI, solo que transformado.
Que veremos ideas anticuadas, para buscar dar solución a problemas que no resistirán esas opciones.
Que nos demos cuenta tardíamente, de la ineficacia de alternativas populistas para sacar adelante a nuestro país del grave atraso económico en que se encuentra.
Que venga el desencanto del candidato al presidente, una vez sentado en la silla, al descubrirlo como realmente es y no nos guste lo que veamos.
Que empiecen las justificaciones y arrojo de culpas hacia los demás, como medio de “librarse” de los compromisos adquiridos.
Y más grave aún:
Que inicie un saqueo mayor de las arcas de nuestro país para desviar esos recursos hacia otros destinos ajenos al de México.
Que este gobierno se transforme en una oligarquía, en donde todos los que ocupen posiciones de mando y poder, inicien a generar negocios que les reditúen beneficios personales.
Que terminemos por “caer de la gracia”, de otros Países del mundo, ante la incompetencia de nuestro Presidente frente a los grandes capitales.
Y esta historia continuará…