“Estudia para que no acabes como el taquero de la esquina”… y hoy él me da cambio de a 500


Por: Melchor Brito Garcia

Así empezó la mentira

Cuando era niño, mi mamá me decía mientras me servía sopa caliente con arroz pegado al fondo:

—“¡Estudia mijo! Porque si no estudias, vas a acabar como el taquero de la esquina… sin futuro, sin dinero, y oliendo a cebolla todo el día.”

Y yo bien obediente, como buen hijo de familia mexicana, hice caso. Me fui derechito por el caminito de la educación formal: primaria, secundaria, prepa, universidad y… ¡tómala! Maestría.

Lo logré. Título con foto seria y todo. Mis jefes llorando de orgullo el día de la graduación. Yo también lloré… pero de la deuda del posgrado.

Y sí, sí conseguí trabajo. Oficina bonita, cubículo, gafete colgando. Era un godín completo, nivel Excel avanzado y topper con arroz y plátano.

Pero nunca vi los millones. Nunca llegaron. Solo llegaron las juntas eternas, los tráficos de dos horas, los “urgente para ayer” y el estrés que me salía hasta por los poros.

El taquero millonario

Un día, saliendo del trabajo, pasé por esos tacos que huelen a gloria celestial. Me bajé del coche (porque no soy tan fresa, tengo un Aveo) y me acerqué al puesto.

Ahí estaba él. El mismísimo “taquero de la esquina”.

Pero ya no era “ese pobre sin estudios”, no señor.

Era un empresario con tres carritos de tacos, empleados uniformados, terminal para cobrar con tarjeta, y hasta promoción de “martes de campechanos al 2×1”.

Mientras yo estaba contando mis quincenas para ver si me alcanzaba para la tanda, él estaba dándole cambio a un cliente… ¡de un billete de 500!

Y ahí fue cuando me pegó duro la realidad: mi mamá tenía razón… pero también tenía una visión bien limitada.

Lo que nadie me dijo

En mi casa, como en muchas, la narrativa fue siempre la misma:

• Estudia mucho
• Saca buenas calificaciones
• Consigue un buen trabajo
• Sé alguien en la vida

Pero nadie habló de emprendimiento.

Nadie me enseñó sobre ingresos pasivos, ni de negocios, ni de cómo abrir una empresa, ni cómo contratar personal, ni cómo manejar impuestos, nada.

¿Y el taquero?
Él tal vez no terminó ni la prepa, pero entendió algo que a mí me costó años de universidad entender:

Que vender algo que la gente necesita (y que sepa rico) puede darte más libertad que un salario con prestaciones.

Y no me malinterpretes, no estoy diciendo que estudiar sea malo. No.
Pero estudiar solo para ser empleado… eso sí ya se siente como un robo disfrazado de diploma.

Esto aprendí

• Que un título no te garantiza riqueza
• Que el éxito no siempre huele a oficina… a veces huele a pastor con piña
• Que ser autodidacta puede darte más que un posgrado
• Que los negocios sencillos pero bien hechos generan billetes
• Que mientras unos se gradúan con toga, otros facturan en chanclas
• Que hay carreras que te enseñan a ser empleado, pero pocos te enseñan a ser libre

El final que no esperabas

Hace poco pasé por el mismo puesto y me atendió su hijo. El chavito de 20 años que ya administra dos sucursales, tiene moto, celular más caro que el mío y planea abrir su food truck para vender tacos gourmet.

Y yo… bueno, yo sigo en la oficina, viendo memes y esperando que el jefe me apruebe mis vacaciones para poder vivir… dos semanas al año.

Ese día me quedó claro que no es el estudio el que te hace rico, es lo que haces con lo que sabes.

Y si tú todavía crees que emprender es solo para los que no estudiaron… cuidado. Puede que estés educándote para terminar trabajando para el taquero.

¿Y tú, ya pensaste en poner tu puesto?

Dios Bendiga al taquero alegre.

Dios Bendiga, a todos los vendedores, que diario salen a buscar el sustento honrado para llevar a sus familias.