Con motivo de los más recientes acontecimientos que reflejan el estado actual de crisis en que se encuentra nuestra Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo y otras más de nuestro País, vale la pena hacernos profundas reflexiones.
¿Que ha llevado a la Máxima Casa de Estudios a este estado de cosas?
1. El dispendio de los recursos económicos.
2. El ingreso de personal docente que carece del compromiso y capacidad requeridos por nuestra Máxima Casa de Estudios.
3. El engrosamiento de las plazas requeridas en la Universidad, mediante el accionar de funciones sindicales.
4. La falta de compromiso de quienes obtienen beneficios de la Universidad Michoacana, tanto personas en activo, como aquellas que ya no forman parte activa de la misma.
Y esto, sólo por citar algunas de las causas que han motivado la situación actual.
Y bueno, ante los Grandes Problemas, se requieren siempre Grandes Soluciones.
¡Por lo que considero que lo que le vendría bien a nuestra Amada Alma Mater, sería que todos lucháramos por rescatarla auténticamente!
Para lo cual, necesariamente, se tendría que considerar la existencia de Grandes Sacrificios por parte de quienes forman parte de la misma.
Entre ellos, ineludiblemente tendrían que aplicarse medidas como:
1. Implementar el sistema de: “clase dada, clase pagada”.
2. Congruentes con el punto uno, dar de baja a todos aquellos maestros que no cumplen con sus obligaciones académicas.
3. Depurar la planta docente, realizando exámenes a los maestros, a fin de determinar si realmente son aptos para brindar enseñanza en los diferentes campos que ocupa nuestra Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo.
4. Racionalizar el personal que labora en la Universidad Michoacana, quitando todos aquellos puestos que no son necesarios para su funcionamiento, previo consenso.
5. Dejar de brindar apoyo a las Casas del Estudiante, que han significado -en su mayoría- un lastre para el crecimiento de la misma, ya que es precisamente de ahí de donde surgen los famosos movimientos de rechazados.
6. Y por supuesto, eliminar gastos superfluos del presupuesto de la Universidad, que tengan que ver con beneficios personales para quienes laboran en la misma, como gastos de celular, transporte (siempre que no se trate de viáticos derivados de su labor), y otros más, que son propios del trabajador y no de la Institución.
Así como muchas más, que quizá producto de esta reflexión bajo una “conciencia universitaria”, podrían derivar de parte de sus componentes.
No obstante, dar un paso de esta magnitud, implica un nivel de compromiso que va más allá de toda proporción guardada.
Porque requiere que, quienes saben perfectamente que no son la opción más idónea para la Universidad, lo reconozcan y dejen ese espacio para que sea ocupado por parte de quienes ellos saben si están en la posibilidad de brindarle ese servicio. Y para ello hay que considerar, no solamente la capacidad, sino el nivel de compromiso, ya que estar en un aula, representa dedicar tiempo para enseñar a los pupilos, pero, sobre todo, tiempo para preparar la clase que habrá de serles impartida, no en base a una actividad de improvisación, sino de estudio realmente a conciencia, en donde el maestro esté convencido que está aportándoles conocimientos genuinos y que les habrán de servir en su crecimiento profesional. Y lo mismo respecto de quienes hacen otro tipo de labores académicas o de servicios a la U.M.S.N.H.
Lo que ineludiblemente, para ser benéfico, implicaría que quienes tomaran esta decisión de ceder su espacio, estuviesen conformes en renunciar a ejercer cualquier acción legal para reclamar derechos. Ya que hacerlo implicaría meter a la Universidad en una dinámica de desgaste mayor al que actualmente tiene.
En la inteligencia que de ser admitido esto que podría considerarse como algo utópico por muchos; de parte de la Universidad a su vez, existiese el compromiso de, una vez realizada la preparación requerida por quienes cedieran su puesto dentro de la misma, fueran considerados con un grado de preferencia, para poder volver a ser tomados en cuenta dentro de la misma.
Ver la situación desde el punto de vista legal, sólo nos llevará a hacer más grande la problemática ya existente.
Llega un momento en la vida, en el que debemos demostrar de qué estamos hechos, para ver hasta qué punto somos capaces de favorecer el beneficio colectivo, aun a costa del nuestro propio.
Y quizá para quien esto escribe resulte fácil decirlo, porque no soy parte de la Universidad Michoacana, más que como ex alumno de la misma.
Pero es precisamente ese hecho, el que me permita vislumbrar la solución a esta problemática con mayor desapego, al tener una posición que me permite apreciar la salida del laberinto, desde lo alto, sin estar inmerso en la situación misma.
Vale la pena considerar seriamente esta posibilidad, porque hasta ahora la mayoría de quienes se encuentran en la Universidad, -con sus honrosas excepciones-, han recibido más de lo que han dado a la misma.
Por lo que, ha llegado el momento histórico que retribuyan a la misma, en la forma que les corresponda, ese compromiso que adquirieron al decidir pertenecer a la Universidad.
Como ha ocurrido en otros casos. Ejemplo de ello, la Escuela Libre de Derecho en la Ciudad de México, en donde sus maestros imparten catedra de forma completamente altruísta.
Queda para la reflexión de quienes deseen considerar esta posibilidad…

Israel Ascencio Cadenas
Comisario Foro Política y Sociedad