Por Arturo Ismael Ibarra Dávalos

Me da mucha tristeza lo que está pasando en México, con la propuesta de reforma judicial.
Te voy a explicar por qué.

Cada semana a un juzgador del poder judicial le toca leer aproximadamente el equivalente a una biblia y media; es decir un promedio de 3000 hojas.
La mayoría se levanta a las cinco de la mañana y se duermen poco más de las diez de la noche.
Trabajan de lunes a sábado.
En promedio un titular de un órgano jurisdiccional, lleva 15 años y de carrera judicial casi 24; por lo que calculo que por lo menos, les ha tocado revisar y firmar, ya como juez, cerca de treinta mil sentencias.
No dejan de estudiar derecho desde segundo año de la preparatoria en que se toma el tronco de derecho; o dicho de otra manera, estudian derecho, 36 años.
Y deben seguir actualizándose.
Toda esa experiencia es para los justiciables.
Mañana que se elijan por votación a los nuevos jueces que te brindarán el servicio en los tribunales, seguramente se irán esos expertos, porque no me imagino compartir el tribunal con políticos de carrera; con abogados deshonestos; con licenciados que tienen algún interés que justificar y que no tenga que ver con la justicia.
Serian como agua y aceite.
¿Qué es lo que resuelve un funcionario judicial de la federación? Por ejemplo: en la liberación de una mujer acusada de complicidad en un secuestro, cuando su único delito fue compartir la comida de sus hijos con el secuestrado; un juez puede dictar el amparo de una chica acusada de robo, pero agravado por haberlo cometido supuestamente en pandilla, cuando jamás había estado en una pandilla; el estudio permitió la disminución de su condena; en materia familiar se reúnen a padres con sus hijos; corregir pensiones alimenticias abusivas y otorgar otras merecidas; brindado protección a quienes carecían de cuidado; haciendo justicia, pues en muchas ocasiones, es la última oportunidad para otorgarla; la justicia, sin vocación no sirve.
La función judicial sin amor es absolutamente estéril.
Ya no contarás con esa experiencia.
Se irán. Se acabará.
Seguramente te darás cuenta entonces, que perdiste bastante, cuando sepas que hay apenas dos jueces federales por cada cien mil habitantes y con todo y limitaciones, aun hacen la diferencia.
Aun levantamos la voz por ti.
Los extrañarás, cuando te quiten tu casa, tu parcela, tus gallinas, las medicinas, los servicios públicos, tus prestaciones laborales o aun tu apoyo, por una ley injusta y no haya modo de frenar la arbitrariedad de un poder totalitario.
Ya no estarán allí, porque cuando pudiste defender a quien te defiende, NO HICISTE NADA.
Fuiste indolente y guardaste silencio.
Así que aún estamos a tiempo de no ser cómplice de una fechoría.
Solo el tiempo dirá de qué lado estás.
Ojalá que no sea muy tarde.