Al paso de los meses, hemos observado con preocupación, como esta contienda electoral ha tomado un matiz muy distinto a las anteriores.
Es increíble ver que se han formado dos grupos radicalmente opuestos:
1. Los que dicen luchar por un cambio substancial de nuestro País en cuanto a su forma de Gobernar y nos les importa arrojar todo en aras de ese anhelo, sin cuestionarse en forma alguna si es real o sólo una fantasía.
2. Los que buscamos ese cambio, pero bajo un sentido de preservación de lo poco adquirido, y cuestionando en todo momento las propuestas que nos son expuestas.
Y lo delicado de esta situación es que quienes pertenecen al primer grupo tienen dos categorías:
a). Los moderados.
b) Los radicales.
Con los primeros, hay posibilidad de debatir algunas ideas, incluso sugerirles la posibilidad de un cambio en su forma de ver las alternativas de Gobierno para nuestro País.
Pero con los segundos, es prácticamente imposible casi cruzar diálogo, ya que inmediatamente nos oponen los gastados discursos de su campaña, considerando casi a su aspirante, como su protector y salvador de todo lo que en México importa.
Llegando lamentablemente a un grado de ofensa injustificada, bajo una percepción completamente negada a cualquier otra posibilidad que no sea la que ellos consideran la mejor.
Contrariamente, los que nos mantenemos en la postura de cuestionar las propuestas que nos son expuestas, no les culpamos que actúen de este modo, particularmente a los más radicales.
Entendemos perfectamente qué los lleva a vivir de esa forma la experiencia que afrontamos como Nación:
I. El hartazgo social, ante la falta de soluciones reales a la problemática, particularmente económica en la que nos encontramos inmersos y que nos ha llevado a un crecimiento desmedido de la pobreza.
II. La corrupción, es que han incurrido muchos de nuestros Gobernantes, en los diferentes niveles que existen de acuerdo a nuestro sistema democrático republicano.
III. La deshonestidad, de otros tantos políticos, que han prometido infinidad de cosas a los mexicanos y solamente ha tenido una duración efímera para alcanzar posiciones que les permitan escalar a costa de todos nosotros.
IV. La inseguridad, que ha lacerado gravemente el corazón y las vidas de todos los mexicanos, llevando al extremo de pérdidas humanas en condiciones de mucha crueldad y bajo un ambiente de mucha impunidad, al verse rebasadas nuestras autoridades por el nivel del conflicto social que vivimos.
V. La pérdida del poder adquisitivo de nuestra moneda, limitándose nuestra capacidad de subsistencia, aunque, debemos reconocer, que no a extremos como los que se viven en otras latitudes.
Y así, podríamos seguir enumerando un sinfín de motivos que han derivado en esta grave crisis de opciones políticas.
Es indiscutible que cuando se presenta un fenómeno como el que estamos viviendo, muchos tienden a querer resguardarse en lo que suena “más prometedor”.
Sin embargo, la parte más delicada de todo ello es que debemos analizar concienzudamente, de qué lado estamos:
DEL LADO DE LA RAZÓN o del,
LADO DE LA SIN RAZÓN.
Es sencillo poder identificarlo, si partimos de un sencillo ejemplo:
Si un padre le dice a su hijo:
1. Aquí se hace lo que yo mando. ¿Será autoritario o reflexivo…?
2. Mira, yo considero que lo que más te conviene es que hagamos esto, porque de esta forma podemos llegar a mejores resultados, dialogando y analizando las diferentes alternativas… ¿Será un padre maduro y que se da cuenta que está tratando con un Ser que tiene todo el derecho a ser respetado?
Aceptar el supuesto 1, irremediablemente nos llevará a considerar que estamos tratando con personas que les gusta que los vean como infantes y no como adultos.
Y no debe perderse de vista que Nadie, por sí solo es capaz de resolver lo que ha venido estando mal en nuestro País por tantas décadas.
Se requiere de un trabajo de Equipo.
Y aquí la gran pregunta es:
¿Qué elegirían para arar la tierra?
1. ¿Una yunta de bueyes?
2. ¿O un moderno tractor?
La reflexión queda en el aire, sin afán de ofender a nadie.
Debemos ser conscientes que estamos transitando hacia un futuro de grandes transformaciones.
Sin embargo, de la elección que hoy tomemos, dependerá si logramos finalmente alcanzar ese anhelado cambio con propuestas claras y viables, o vivimos en un sueño de fantasía, del que podríamos despertar dándonos cuenta que estamos en una gran pesadilla. Para ello, el diálogo y la reflexión, deben imperar en cada uno de nosotros siempre con respecto a nuestros semejantes, bajo un marco de Tolerancia y Respeto.
Israel Ascencio Cadenas
Comisario del Foro: Política y Sociedad