Por: José Antonio Sánchez
Quisiera poder escribir una oda de amor, o quizás un poema a la vida de todos y cada uno de los mexicanos, los que creyeron en un cambio y a los que se llevaron en las patas; aún sin haber sido participes de tremendo revés a la economía de nuestro México lindo y querido. Entrando en recesión administrativa, ya estamos empezando a pagar la cuenta de aquella “austeridad republicana” que resultó más bien una borrachera de corrupción con factura abierta, donde la administración invitó y se fue dejando a todos con la deuda a cuestas.
Apuesto que no faltará el optimista (digamosle así, para que no suene feo el adjetivo que le corresponde) que diga “Si la presidenta dice que todo está bien, es porque está bien” y algunos otros esloganes hechos a la medida de cada uno de ellos, para que sean repetidos a granel, por doquier y sin analizar. En la administración nacional 2018-2024 se vaciaron los recursos públicos con un entusiasmo digno de estudio ¿Pero quién cuestionaba en ese entonces, si estaban ebrios de amor? Mientras las obras faraónicas, contratos a modo y una red de complicidades que discretamente realizaban, toda una gavilla vestida con piel de oveja, dejaron a la actual administración caminando a ciegas, tropezando con algunos que aún viven la resaca y buscan más, pero sin recursos.
Mientras tanto, la realidad que se proyecta para este 2026 pinta con el mismo color del humo del Tren Maya: gris y costoso (dirán que es un tren eléctrico de última generación) Dónde los amorosos del panorama desolador que vivimos, ni cuenta se dan que no hay recurso, el déficit se dispara y, como cereza del pastel, habrá más deuda. La siguiente inflación que se tendrá que pagar con más impuestos, donde incluso hasta los hijos de los no borrachos tendrán que pagar en un futuro que no tendrá más oportunidades.
¿Castigar a los culpables, será una solución, y quién lo realizará? Porque tal parece que la impunidad también se volvió programa prioritario y si es del mal llamado “bienestar” lo más seguro es que se tomen de la mano y blinden todos los francos, donde incluso con los tres poderes sometidos, seguirán lucrando y aplastando cualquier idea o ganas de sanar esa terrible resaca económica que nos dejo la administración más carroñera de toda la historia en México.
Lo que México debe hacer: cambiar de administración, ya que demostró una deformación; más que transformación que solo sacó de la pobreza a cierto grupusculo de rufianes, o simplemente: ir preparando los bolsillos, porque si ya parecían caras las tortillas, y todo lo que es la canasta básica; esperemos ver cuánto costará respirar, tomar agua, enviar un mensaje electrónico, ganar tu propio dinero incluso llevar una serenata. Ya se acabó el cuento del “gobierno del pueblo”; ya no hay circulante para seguir embriagandose de falasias y mundos diferentes… Ahora veremos qué fueron quimeras y que llegó la hora en que el pueblo debe “pagar la cuenta” del desmadrito que algunos beodos de carrera, en sus lagunas de pasión incrospida decidieron subir al poder, poniendolo como cantinero, cuando todos sabíamos que era un borracho de banqueta sin pena ni gloria.
