Primeramente, debo reconocer la libertad de todo individuo para opinar verbalmente o por escrito, así como de asociarse y reunirse con el propósito de expresar y proponer soluciones a los problemas que actualmente aquejan a nuestra casa de estudios, problemas que no creo necesario mencionar en detalle al ser conocidos por todos. No obstante, al tiempo de reconocer dichas libertades, es razonable esperar que quienes hacen uso de ellas se conduzcan con responsabilidad y partiendo de propósitos constructivos, pues así y no de otro modo es posible traducir las palabras en actos que nos beneficien a todos. Lamentablemente, en días recientes hemos visto cómo la presente crisis ha sido aprovechada por varias personas, tanto miembros de nuestra comunidad como ajenos a ella, para hacer exactamente lo contrario, y abundantes palabras falaces se han vertido en ámbitos diversos con la intención deleznable de hacer caer definitivamente aquello que, a costa de nuestro mismo bienestar, la mayoría de nosotros lucha por mantener en pie; y nos referimos por supuesto al Conservatorio de las Rosas. Es posible que sea sólo ignorancia lo que atribuimos a la vileza y la traición y, sin embargo, en ambos casos es nuestro deber establecer los hechos como son, y no como los enemigos de nuestra institución desearían que fueran.
Me parece lo más urgente hablar de la reciente reunión a la que sin firma se convocó para el pasado miércoles 20 de Junio, y a la que asistieron algunos maestros y alumnos, sobre todo de las llamadas materias teóricas. Dicha reunión no merecería mi atención por lo e
Sindicato Único de trabajadores del Conservatorio de las Rosas
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SUTRACON
scaso de su convocatoria, de no ser porque fue publicada en las redes sociales y en ella se vertieron falacias que es imperativo desmentir. Particularmente escandalosa resulta la intervención de la Sra. Mercedes de León la cual, aunque durante muchos años en los que disfrutaba de protección y estabilidad se mantuvo alejada de la política, ahora, aguijoneada por la falta de salario (razón egoísta como la que más) se quejó amargamente de la situación como si ella fuera la única víctima de la misma, criticando de forma inaudita al SUTRACON, organización que le lleva una ventaja de casi diez años en la lucha a la que ella, de forma tardía y mezquina, pretende lanzarse. Para ella “lo más urgente” es que se le pague su dinero, y nadie duda que todo aquel que trabaja debe ser remunerado, pero nuestras compañeras sutraconistas de la sección de Preescolar nos dieron una valiosa lección cuando—al enterarse de que la moratoria en los pagos iba a extenderse—se cantaron una porra para luego regresar al trabajo con el entusiasmo de siempre.
Yo les digo que las compañeritas de Presco no se han hecho menos acreedoras a su salario que la Sra. Mercedes, sino tal vez al contrario, y aún así la preservación a toda costa de la fuente de trabajo ocupa el lugar correcto en su lista de prioridades.
Dice Mercedes de León que somos una comunidad dividida entre sindicalizados y no sindicalizados. Yo le digo que esa división solamente existe en su imaginación pues yo, un líder del movimiento, no tengo una sola pieza de información, un solo peso de aumento, una sola prestación o un solo derecho que ella, en su orgulloso individualismo, no tenga también. Todos los beneficios obtenidos por nuestra lucha los hemos hecho extensivos a toda la planta laboral sin haber sido compelidos a ello. Ninguna división, pues, sino tal vez una distinción de carácter moral: aquella que existe entre quienes unen sus fuerzas y talentos en pos de un bienestar común, y los que persiguen el propio beneficio, aún a costa del patrimonio de los demás.
Y es que en la presente emergencia nuestro llamado ha sido a la resistencia, entendida ésta como la supervivencia con recursos propios en tanto se resuelve la crisis económica, manteniendo mientras tanto en funcionamiento el Conservatorio que es de todos. No soy nadie, por supuesto, para prometer o siquiera sugerir que tal solución existe o llegará en la fecha en la que se nos ha dicho por parte de la Junta de Gobierno, pero para todos nosotros la mera posibilidad de que así sea ha sido suficiente para decidirnos a luchar por el futuro posible de un Conservatorio que superará la emergencia, para luego recuperarse poco a poco de ella. Antes que estallar una huelga que significaría el fin de la institución o autorizar paros escalonados que mancharían su hasta ahora impecable desempeño, hemos afrontado con responsabilidad el desafío de persuadir a toda una comunidad a resistir.
Tal es nuestro mensaje, el cual ha sido transmitido con éxito desigual por los delegados seccionales y luego deliberadamente tergiversado por quienes desean nuestra ruina. La respuesta del Conservatorio ha sido, sin embargo, afirmativa y conmovedora, salvo por el triste ejemplo de esos pocos que se reunieron el día 20 para exigir su dinero. ¿Qué otra cosa podría esperarse de ellos? ¡Siempre han sido unos privilegiados con salones de clase exclusivos y amueblados, cuyos salarios se nos han mantenido siempre en secreto! Su torpe andar a tientas tratando de asociarse es producto de esos años de individualismo, autopromoción y privilegio. Dicen no tener miedo, ¡pero carecen siquiera del valor para firmar sus convocatorias! ¿Y es en ese cobarde anonimato que pretenden la interlocución con la Junta de Gobierno? Muy medroso será el Presidente que les presté su atención, sobre todo cuando su único interlocutor legal es la Directora de Estudios Superiores en tanto ésta no reconozca incompetencia en el tema.
A Mercedes de León y a los demás privilegiados los invito a sumarse a la resistencia, aunque sea un esfuerzo inútil en virtud del egoísmo y mezquindad con la que siempre se han conducido. Pueden demandar al Conservatorio si lo desean por la retención de sus salarios como han amenazado, por supuesto, toda vez que se trata de un derecho que nos asiste a todos; y como no implica repercusiones en el servicio o la imagen pública del Conservatorio nada tenemos en contra de ello. Es más, nos daría gusto que gasten lo que no tienen en interponer su demanda para que luego, como esperamos, pierda sentido al liquidarse los salarios atrasados. Nosotros en el SUTRACON, por nuestra parte, renovamos nuestro compromiso de seguir sirviendo con integridad y responsabilidad a todos los que conformamos esta abnegada y casi heroica comunidad a la que nos enorgullecemos de pertenecer.
ATENTAMENTE
Libertad, Arte y Educación
Juan Antonio Santoyo Alcántara
Secretario de Organización del SUTRACON