El error de Doña Cata no fue morir sin dinero… fue morir pensando que el amor de hermanos era más fuerte que un terreno.
Doña Cata siempre decía con orgullo: —”No necesito dejar papeles. Mis hijos son buenos, ellos saben que la casa es de todos. Ellos se van a arreglar.”
Y mientras ella vivía, así parecía. La casa de Doña Cata era el punto de reunión. Ahí se hacían las navidades. Ahí llegaban los nietos corriendo. Ahí, en esa mesa vieja de madera, todos comían y reían.
Pero el día que Doña Cata cerró los ojos, la familia también cerró el corazón. El luto duró lo que tardó en llegar el café al velorio. Antes de enterrarla, ya se escuchaban los murmullos en la cocina: —”Yo soy el mayor, yo decido.” —”Pero yo la cuidé los últimos años, merezco más.” —”Tú ni venías a verla, ¿ahora sí te interesa la casa?”
La casa, que antes olía a comida y alegría, empezó a oler a abogados y envidia. Los hermanos dejaron de ser familia y se convirtieron en rivales. Cambiaron las chapas de las puertas. Se dejaron de hablar en los cumpleaños. Se demandaron entre su propia sangre por unos metros de ladrillo y cemento.
Hoy, la casa de Doña Cata está vacía. Tiene los vidrios rotos y un letrero de “En Litigio” pegado en la ventana. La humedad se está comiendo las paredes, igual que el rencor se comió a la familia.
Nadie ganó. Todos perdieron. Perdieron la casa, porque se fue en pagarle a malos abogados.
Pero sobre todo, perdieron el único lugar donde algún día fueron felices juntos.
VERDAD BRUTAL: La herencia es eso que los muertos dejan para que los vivos se maten. A veces, los padres creen que dejan un techo, pero sin un testamento claro, lo que dejan es un ring de boxeo.
REFLEXIÓN FINAL: Si eres padre: No dejes problemas disfrazados de bendiciones. Arregla tus papeles HOY. O mejor aún… disfruta tus bienes en vida. Porque es muy triste ver cómo el dinero pesa más que la sangre, y cómo un terreno vale más que un hermano.
¿Conoces familias que se dejaron de hablar por una herencia?
#Laborissmo
