Hablar de política es algo que, como el sexo, no debería ser un tema tabú.
Por el contrario, es precisamente en el debate de las ideas, en donde surgen las mayores fortalezas de cada uno de nosotros como personas.
Y asumir una conducta de “dejar hacer y dejar pasar”, sin aportar nuestro “granito de arena”, en aras de contribuir a que cada uno, conforme a sus experiencias, y hablando desde su posición, se abra a un diálogo en donde permeen las ideas y aflore el conocimiento de la verdad.
Es precisamente en el choque entre dos piedras, como por primera vez surgió la luz, mediante la propagación del fuego.
Pero de tener una mente equilibrada y abierta, dependerá el que ese fuego no nos consuma.
Todos tenemos aspectos imperfectos en nuestra naturaleza. Y es precisamente el aceptarlos, lo que nos transforma a ser mejores personas cada día.
El anhelo de todo ciudadano es alcanzar a elegir a una persona que auténticamente constituya un motor de cambio para nuestro país.
Sin embargo, no podemos dejar de lado una importante reflexión en este vaivén de circunstancias:
Desde el punto de vista de este humilde servidor, el cambio no radica en ninguno de los aspirantes a dirigir los designios de nuestro bello país.
Sino en cada uno de nosotros.
En la medida que nos ocupemos de trabajar en nuestro propio crecimiento y desarrollo personal, y pugnemos por “contagiar” nuestro entorno de valores y principios, empezando por nuestras “nuevas generaciones”, estaremos auténticamente fomentando ese cambio que tanto anhelamos.
De otro modo, seguiremos viendo pasar “personas con buenas intenciones”, que por sí mismas, serán insuficientes para auténticamente permitirnos alcanzar este propósito.

Israel Ascencio Cadenas

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