Cuando el gobierno tiene todo el poder, tiene la receta perfecta para un país arrodillado.
¡YA BASTA!
Por: José Antonio Sánchez
México, laboratorio de lo absurdo, encontró la fórmula del “éxito”: entregarle todo el poder al Ejecutivo, así, sin anestesia. ¿Distribuir poder? ¿Para qué? Eso es cosa de países que respetan instituciones, no de quienes se deslumbran con el brillo de un caudillo que confunde liderazgo con absolutismo y obediencia con patriotismo ¿Quieren más?
Hoy la religión nacional no es la Constitución, más bien es la devoción ciega a un puñado de ungidos que, entre saliva, grasa e intereses engrasados, se han fundido en una sola masa dominante diseñada para mantener al pueblo dócil, entretenido y económicamente sometido. Y si de paso aplauden mientras les aprietan la bota en el cuello… pues mejor. Nada inspira más a un gobierno que un ciudadano que sonríe mientras lo aplastan.
Porque cuando el Presidente se coloca por encima del Legislativo y del Judicial, la ecuación es sencilla; y se obtiene un país más simple, aunque más podrido.
Un país donde la muerte se cuenta en cifras frías, pero se presume como si fuera un logro administrativo.
Mientras el congreso es todo un circo sin carpa. Nuestro congreso de la unión (sí, con minúscula, como se merecen) ha pasado de ser Poder Legislativo a Centro Cultural “Mano Alzada”, especializado en aplaudir cada ocurrencia presidencial como si fuera milagro, ya que aquí no se legisla, aquí se confirma, no se debate, más bien se obedece y no se representa al pueblo, aquí “se le vende”.
¡Ya basta!
En este circo político solo vemos que las curules son sillas de espera, el micrófono un confesionario de lealtad, y las comisiones… un estacionamiento para quienes simulan trabajo mientras perfeccionan el arte de hacerse los p3nd3jos. El poder Judicial, solo es un accesorio de lujo para el autoritarismo, en este 2025 dejó de ser contrapeso, y pasó a ser un adorno institucional que se activa solo cuando el Ejecutivo mueve los hilos.
Por otra parte, la Constitución debería estar indignada, pero ¿qué va a saber una vieja de papel contra la efervescencia del autoritarismo moderno? Porque hoy la justicia, es plastilina fina, que se torna dura para quien moleste, suave para quien convenga, y moldeable al “interés superior” que dicta el jefe en turno.
¿Y las leyes apá? ah, esas ya vienen pre empacadas: “Hechas a la medida”, con una coreografía perfecta del poder absoluto, donde el sistema funciona como reloj suizo, pero comprado en Tepito, donde el Ejecutivo propone, el Legislativo copia y pega ¿Y el poder judicial? Ese aplaude bajito y agradecido por seguir existiendo, ofreciendo a todo el país: una sinfonía de servilismo total.
Hoy México vive el sueño húmedo de todo mandatario con tentaciones imperiales: un país donde la transparencia es una leyenda urbana y la rendición de cuentas un deporte que nadie practica porque implica sudar… y pensar, dejando claro que quien domina todo no rinde cuentas, ese ríe, acusa, señala y se alimenta del poder como bestia que encontró su presa favorita: “la república misma”.
La división es tan perfecta que parece estrategia de marketing, hoy los buenos son; los seguidores del manual oficial, los malos, son los que piensan… aunque sea tantito, porque si críticas eres enemigo, si preguntas, eres golpista, si dudas, eres traidor y si no aplaudes serás siempre un conservador.
En síntesis, hoy la etiqueta viene incluida, sin costo adicional, para ser exactos desde 2018, hay una para cada uno, Y al final… la gran verdad: Cuando un gobierno concentra todo el poder, no es que se encamine al autoritarismo, sino que ya llegó, se instaló, prendió el ventilador o el aire acondicionado y exige aplausos. Puedes hablar, claro.
Puedes opinar, si quieres, siempre y cuándo estés listo para convertirte en botana de la jauría digital: esa que ladra desde la comodidad de su servilismo, que no piensa, no cuestiona y no sabe hacer otra cosa más que obedecer.
